45 firmas con alto compromiso ambiental: Forbes México

Forbes México, Revista, pág. 158-166, Ismael Jiménez.
El segundo in­forme de las firmas de mayor compro­miso ambiental de Forbes revela que los esfuerzos de las grandes corporaciones mexica­nas y multinacionales asentadas en el país para dar a conocer sus resul­tados de monitoreo y medición de emisiones de CO2 es prioridad para aquellas que trabajan para disminuir el calentamiento global.
El listado de este año revela que las empresas del sector alimentos en México es uno de los que están realizando esfuerzos importantes para mitigar su impacto al medio ambiente, pues siete de las primeras 10 corporaciones del listado perte­necen a dicho sector.
Con respecto del año anterior, el informe de Forbes revela que 70% de las participantes aparece nuevamente en el listado; y que nueve empresas entraron por vez primera al reporte de Las firmas con mayor compromiso ambiental.
La importancia de que cada vez más empresas revelen sus activida­des dirigidas a monitorear y con­trolar sus emisiones de CO2 es cada vez más relevante en el marco de las resoluciones que se esperan durante la COP21, en París.
El tema cobra relevancia en el entorno de los escándalos de las em­presas que han violentando de una u otra manera las normas ambientales a escala global.
La automotriz Wolkswagen es el caso más reciente. El escándalo de que motores de sus autos son diseñados para burlar la prueba de control de emisiones golpeó la re­putación de la firma alemana y sus pérdidas fueron de más 29,000 mdd en los mercados bursátiles.
Cobra gran relevancia el esfuerzo y la voluntad de las 45 firmas que componen el informe de Forbes sobre compromiso ambiental, al cual deberán incorpo­rarse cada año más empresas.
De acuerdo con el coordinador del Pacto Mundial para México, Marco Pérez, en el país existe una red de responsabilidad corporati­va empresarial que agrupa a 730 organizaciones, de las cuales 415 son empresas privadas.
No obstante, aunque la voluntad de las grandes empresas en México para dar a conocer sus resultados en la medición de emisiones de CO2 es importante, aún son pocas las com­pañías de gran tamaño que lo hacen, con relación al total de corporaciones de ese nivel registradas en el país; y es que —como menciona Marco Pérez— asumir los lineamientos del pacto mundial y compromisos de cuidado ambiental, son actos completamente voluntarios para quienes estén inte­resados en adherirse a ellos.

Más que buena voluntad

La próxima COP21, a celebrarse en París, busca como objetivo princi­pal llegar a acuerdos vinculantes entre los 195 países miembros de la Convención del Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, para alcanzar metas tangibles en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y evitar que la temperatura del planeta continúe elevándose por arriba de dos grados centígrados en los próximos 10 años.
El gran reto de la cumbre será homologar estándares de medición y control de emisiones de CO2 en­tre los países miembros, con el ob­jetivo de que cada nación desarrolle sus propias reglas para involucrar a todos los actores de la sociedad, en lo cual el sector empresarial jugará un papel relevante.
Sin embargo, el desafío no es menor. Un informe global elabo­rado por la empresa consultora The Carbon Trust, en el que se consultaron a más de 100 empresas multinacionales con más de 1,000 empleados, revela que aunque para todas las compañías encuestadas el desarrollo sustentable es importan­te, en ningún caso ello significa un factor de peso a la hora de la toma de decisiones relacionadas con el negocio.
“Es importante que se le dé carácter vinculante a la firma de la formalidad de los procesos de medición y regulación de emisiones de CO2 durante la COP21. Debe ser como un contrato de compromiso para que las empresas le den la se­riedad necesaria”, menciona Steven Gray, director para México de The Carbon Trust.
“Por ello, el mayor reto a nivel global será homologar los están­dares de medición de emisiones”, menciona José Ramón Ardavín, director ejecutivo de la Comisión de Estudios del Sector Privado para el Desarrollo Sustentable (Cespe­des). Ya algunos países tienen su propia legislación que obliga a las empresas a dar a conocer sus emi­siones bajo sus propios estándares de medición.
Y no es que las empresas no estén trabajando, pues no se trata únicamente de un problema eco­lógico, sino también económico. Ante una mala decisión de nego­cios, las consecuencias pueden desembocar en casos como el de Volkswagen, como el de Exxon o como el de la minera Grupo México, quienes además de pagar cuantiosas multas económicas, han tenido que cargar con una repu­tación que las señala como poco éticas y poco comprometidas con el medio ambiente.

Resultados incipientes

Pese que el protocolo de Kyoto no ha cumplido todos los objetivos que fueron planteados desde que se creó en 1997, tanto los gobiernos como las empresas adheridas al pacto mundial han seguido reali­zando esfuerzos importantes para mitigar sus emisiones de GEI.
La tarea ha requerido grandes inversiones por parte de los gobier­nos de las naciones desarrolladas, quienes crearon un Fondo Verde para financiar proyectos sustenta­bles de países en vías de desarrollo.
Durante este 2015 se lanzó la primera convocatoria para recaudar fondos y se recabaron 9,300 mdd.
En México, 26 de las firmas con mayor compromiso ambiental del informe de Forbes reportaron una inversión de 426 mdd en 2014 para programas, tecnologías y proyectos sustentables.
“Para las empresas del sector in­dustrial, el compromiso con el medio ambiente es muy claro, mientras que el sector servicios lo enfoca de mane­ra distinta”, menciona Ardavín. Y es que existen empresas de ese sector que aseguran no generar emisiones de CO2 porque su industria no es de chimenea; sin embargo, Luisa Man­zanares, coordinadora del programa GEI del Cespedes, afirma que “toda actividad económica genera disper­sión de gases a la atmósfera, y en el caso del sector servicios estos son indirectos e inherentes a la actividad principal de las compañías”.
En México, las empresas están alineadas al programa de medi­ción de emisiones de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), no obstante que la dependencia del gobierno se encuentra rezagada con respec­to de sus similares de Europa en cuestión de metodologías, mencio­na Marco Pérez.
Por su parte, en general las compañías multinacionales im­plementan sus propios criterios de medición y reportes de emisio­nes, los cuales son integrados en sus países sede, donde los hacen públicos. Es decir, que el hecho de que estén adheridas al pacto mundial no garantiza que se cuente con información de cada país en el que una corporación global tiene operaciones productivas.
Al respecto, Gray comenta que en caso de que los países miembros de la COP21 logren acuerdos, el próximo diciembre, no quiere decir que los resolutivos se apliquen y den los resultados deseados en el corto plazo.

Vuelta de tuerca

La reunión de París será determi­nante para los siguientes 10 años y hay quienes aseguran que será el momento de inflexión para la que las grandes potencias se adhieran a los compromisos de la convención de cambio climático. En palabras de José Ramón Ardavín, “la estrategia de mitigación es lo más importante de la reunión de diciembre”.
Para Marco Pérez, la clave durante la COP21 será la obligato­riedad de los países miembros para aplicar y asimilar herramientas que estén alineadas con métricas homogéneas, para iniciar la tropica­lización de los resolutivos en cada una de las naciones que adopten los acuerdos de París.
Hacer públicos los reportes de medición de emisiones cambiará la dinámica de las empresas, ya que deberán de ir más de allá de los reportes de responsabilidad social que hoy generan. “Ello daría paso a un mercado más eficiente de bonos de carbono, considerando una compensación del impuesto al carbono en lugar de pagar por reducción de emisiones”, señala Luisa Manzanares.
En México existen empresas que ya aplican algunos impuestos internos dirigidos a la cadena de valor. Steven Gray señala que dicho gravamen es figurado, pero ayuda a medir el impacto económico que podría generar en caso de que llegue a monetizarse dicho grava­men. Manzanares explica que en México, el valor por cada tonelada de CO2 se fijó hace algunos años en tres dólares.
Y aunque actualmente las me­diciones globales sobre la genera­ción de emisionces de CO2 están determinadas por el volumen de consumo de energéticos, en México la ley de cambio climático señala que las empresas que gene­ren de 25,000 toneladas de GEI en adelante están obligadas a presen­tar un reporte de sus actividades, menciona Ardavín.
Con la ley de cambio climático que entró en vigor en México el año pasado, se dio un paso para la implementación de un impuesto a la generación de CO2.
El reto será incorporar a las pequeñas y medianas empresas, mismas que están rezagadas por la falta de recursos para adaptarse a los lineamientos del pacto mundial, el poco acceso a las tecnologías susten­tables y el desconocimiento de las normas ambientales mexicanas.
Fuente: Forbes México